21 enero 2014

La Virgen de La Altagracia y su peregrinación generacional.

Enero: Mes de la Patria, la Virgen de la Altagracia y la Pelota

Enero bien puede ser el Mes de la Patria, de la Virgen, que como de “la pelota”, y no crea ningún conflicto de identidad en los dominicanos.

En los viajes a Higüey cada enero es cuando más se nota esta diferencia, es la ocasión en la que Salves y Palos retumban en la Basílica con algún fondo de bachata, merengue, salsa o dembow.

Los devotos se mezclan con los turistas y los establecimientos de los alrededores parecen estampas de tal diversidad, con vendedores de souvenires altagracianos, accesorios para la vestimenta, bebidas alcohólicas y comidas, carpas de CD de música variada y DVD de películas extranjeras y locales.

Todo esto en un ambiente de socialización que converge con el religioso. Lea este interesante artículo con el que Rossy Díaz pretende introducir un poco el tema de otras dimensiones culturales presentes dentro del colectivo de creencias y creyentes.

Juventud, política, deporte y turismo cultural son algunos de los elementos adheridos en la contemporaneidad a esta devoción, como una conjunción de la “dominicanidad”.

Con este breve artículo pretendemos introducir un poco el tema de otras dimensiones culturales presentes dentro del colectivo de creencias y creyentes de la virgen de La Altagracia, la “madre de los dominicanos”; entre su dualidad, católica y popular, y dentro de aspectos a los cuales integra, tales como la política, el deporte, se unen también la diáspora, juventud, la música e incluso el turismo cultural. Esta peregrinación generacional ha sumado aun mas complejidad a la hibridez de la religiosidad popular dominicana.

Las maneras en cómo se asume una creencia es subjetivamente proporcional a como se sincretiza, secciona y revitaliza; en la historia de sociedades mulatas y altamente hibridizadas culturalmente estas formas de creencia tienden a adecentar elementos socioculturales con los cuales no solo se unifican imaginarios de la religiosidad y cultura colectiva, sino también, símbolos locales, signos de identidad y nacionalismo.

Es sobre todo desde el aspecto generacional que podemos apreciar ciertas adhesiones al contexto religioso, sin que partan de la creencia o la fe; tales casos se propician por factores como promesas, votos, ofrendas o costumbres familiares heredadas que con las migraciones, urbanización de zonas rurales y nuevos hábitos culturales, las nuevas generaciones asumen e integran poco a poco, con lo cual la tradición adquiere otra connotación de identidad.

Un culto a la dominicanidad

Enero bien puede ser el mes de la patria, de la virgen, que como de “la pelota”, y no crea ningún conflicto de identidad en los dominicanos.

En los viajes a Higüey cada enero es cuando más se nota esta diferencia, es la ocasión en la que Salves y Palos retumban en la Basílica con algún fondo de Bachata, Merengue, Salsa o Dembow.

Los devotos se mezclan con los turistas y los establecimientos de los alrededores parecen estampas de tal diversidad, con vendedores de suvenires altagracianos, accesorios para la vestimenta, bebidas alcohólicas y comidas, carpas de CD de música variada y DVD de películas extranjeras y locales. Todo esto en un ambiente de socialización que converge con el religioso.

En esta temporada invernal de beisbol, en la que muchos dominicanos apuestan a sus equipos nacionales vimos una fotografía interesante, en la que se celebraba la victoria de un juego con la imagen de la virgen alzada.

A diferencia de lo que se ha generalizado, las tradiciones religiosas y culturales dominicanas no desaparecen perse sino que sustituyen elementos por otros, se apropian y se transforman con el tiempo. Este círculo sincrético se hace progresivo con la permeabilidad como único aspecto común.

Es precisamente esa permeabilidad la que propicia que las diferentes generaciones participen en la peregrinación y en las celebraciones a la virgen en distintas dimensiones.

Fuentes: ImagenesDominicanas
http://rossydiaz.wordpress.com/